La noche llego, las horas pasaron y el sol amenazo los pensamientos del rey, ya que nadie encontró a sus mujeres y a sus hijos, ni en el castillo ni en el pueblo, una situación bastante singular para que fuese un capricho de la reina.
Entonces lo insólito, uno de los guardias comunico a AGAMENON que habían oído de asaltos bárbaros en los caminos hacia el sur, era absurdo, los bárbaros habían sido expulsados tiempo atrás, pero a la vez era lo mas lógico, quien mas atentaría contra el rey si no los hombres a los que mas había diezmado su poderosa espada, a los que mas había humillado su creciente escuadrón, debieron haber sido ellos, no quedaba duda alguna.
Mas rápido de lo que el enorme ASULF ladraba, el rey y sus mejores 20 hombres, los mas cercanos a el, cabalgaban al sur a lo que parecía un día de caza, algo normal entre el rey y sus camaradas de guerra, no había por que levantar sospechas de una probable segunda guerra contra los bárbaros, el rey solo los necesitaba a ellos y a su fiel e imponente mascota, su enorme can blanco Asulf.
El rey no calculo nada en absoluto, salio apresuradamente con la única seguridad de que sus mujeres e hijos no estaban donde deberían, nunca pensó que sus enemigos estarían preparados, que sabrían como actuaría, y sabrían como usar su ofuscación a su favor.
De una inexplicable manera, tenían medido al contingente del rey, sabían a cuantos hombres llevaría, sabían que hombres le acompañarían, y los bárbaros tomaron sus precauciones, atacarían a cuenta de 20 a 1, superioridad numérica ante tan formidables adversarios.
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